martes, 22 de abril de 2014

El Carbono en los seres vivos



             Aunque el agua es el elemento esencial de la vida sobre la tierra, los organismos vivos están constituidos de compuestos químicos basados en su mayor parte en carbono.  El carbono llega a la biosfera a través de la acción de las plantas las cuales utilizan la energía solar para transformar  el CO2 de la atmósfera en las moléculas de la vida.  Estas moléculas después son transferidas a los animales que se alimentan de las plantas.  De todos los elementos químicos, el carbono es incomparable en cuanto a su capacidad para formar moléculas grandes, complejas y diversas y esta diversidad molecular ha hecho posible la diversidad de organismos que evolucionaron en la tierra.  Las proteínas, el ADN, los carbohidratos y otras moléculas que distinguen la materia viva del material inanimado están compuestos de átomos de carbono unidos entre sí y a átomos de otros elementos.


            La principal característica que define el campo de estudio de la química orgánica, es el hecho de que ésta se encarga del estudio de moléculas en cuya composición intervienen de manera importante el carbono y sus compuestos.  La bioquímica, estudia las propiedades estructurales de los componentes de los seres vivos y también se considera química orgánica, pero se ocupa de las moléculas que se encuentran o se producen en los seres vivos.
            Desde los comienzos de la historia humana,  las personas utilizaron otros organismos como fuentes de sustancias valiosas.  La ciencia de la química orgánica se originó con el fin de purificar y mejorar la producción de estas sustancias.  A comienzos del siglo XIX, los químicos habían aprendido a fabricar muchos compuestos simples en el laboratorio combinando elementos en las condiciones adecuadas.  Sin embargo, la síntesis artificial de las moléculas complejas extraídas a partir de la materia viva parecía imposible.  En esa época, Berzelius estableció la distinción entre compuestos orgánicos, que podían surgir solo dentro de los organismos vivos, y compuestos inorgánicos que se encontraban dentro del mundo inanimado.  La nueva disciplina de la química orgánica se construyó sobre la base del VITALISMO, la creencia en una fuerza viva fuera de la jurisdicción de las leyes físicas y químicas.
            En 1828, Whöler intentó elaborar una sal inorgánica, el cianato de amonio, mezclando soluciones del ión amonio (NH4+)  e iones cianato (CNO-).  Whöler se asombró al encontrar que en lugar de la sal, se había formado urea, un compuesto orgánico presente en la orina de los animales.  Pocos años después, Kolbe, fabricó ácido acético a partir de sustancias inorgánicas que podían prepararse directamente de elementos puros.
            Los pioneros de la química orgánica, ayudaron a alterar la corriente principal del pensamiento biológico del vitalismo, al mecanicismo, la visión de que todos los fenómenos naturales, incluidos los procesos de la vida, están gobernados por leyes físicas y químicas.  La química orgánica se redefinió como el estudio de los compuestos del carbono, independientemente de su origen.  El fundamento de la química orgánica no es una fuerza intangible de vida, sino la versatilidad química única del elemento carbono.

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